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Ya han pasado casi cuatro años desde que inició la pandemia de covid-19; entre las familias dejó historias de muerte, pero también de vida, como la de Lumiere, un perro dálmata que nació en medio del confinamiento.

Cuando Mariel, su propietaria y entrenadora, le da instrucciones, él brinca una barra de tranqueo, improvisada con tubos de PVC. Luego, atraviesa un túnel de tela, y termina el circuito cuando pasa por el centro de un aro.

Lumiere también obedece cuando su humana le ordena que se quede sentado o que permanezca de pie, al lado de una persona.

La escena parece que no tiene nada de extraordinario, que cualquier perro con cuatro patas y suficiente energía lo podría hacer, pero lo que lo hace asombroso es que Lumiere es sordo de nacimiento.

Es un perro con discapacidad; si, así como existen personas con alguna discapacidad también hay animales.

Este perro dálmata no ha escuchado ni un sonido en sus más de tres años de vida; le diagnosticaron sordera bilateral, que fue demostrada con exámenes clínicos de medicina veterinaria.

Lumiere entiende e interactúa con los humanos solo por señas y su sentido de la vista; demás de la voz de su entrenadora.

“Él es sordo de nacimiento, fue hereditario; y con él trabajo con señales ostensivo-referenciales que es el lenguaje de señas; entonces, él puede, de esa manera, entenderme y yo puedo comunicarme con él”, explicó Mariel Urbina Escalante, estudiante del doctorado en Ciencias Biológicas de la Conducta de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT).

Así fue como Lumiere, que lleva ese nombre en alusión al personaje que protagoniza un candelabro en la película de La bella y la bestia y porque para su propietaria significó una luz entre el encierro por la pandemia, hoy es parte de una investigación del Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta (CTBC), anexo a la UAT.

La investigación principal de esta casa de estudios está relacionada con el análisis de la temperatura y las emociones, asociadas a contextos positivos y negativos, de los perros con capacidades para la búsqueda y rescate.

El objetivo del estudio es que las instituciones que los usan para esos fines obtengan ejemplares caninos certificados.

El caso de Lumiere es parte de un proyecto, complementario e independiente, sobre la inclusión de animales como él, con discapacidad, en el entorno social y en la vida comunitaria, con el objetivo futuro de fundar una escuela de educación integral canina.

Mariel, como autora de la investigación, busca que los perros que viven con alguna limitación porque no escuchan, no ven o no caminan por daños en sus extremidades, por nacimiento o por accidente, no sean excluidos y que la solución inmediata a su condición de vida tampoco sea el abandono, maltrato ni el sacrificio.

“Que tengan en cuenta esa parte de que por ser un perro sordo no puede aprender, sino que también él aprende por medio de otras señales; no quiere decir que, tal vez, un perro que no vea no pueda aprender, sino que cualquier perro puede ser entrenable y se puede trabajar con él siempre y cuando le dediques tiempo y paciencia”, comentó.

Es decir, que se reconozca la discapacidad de los animales, principalmente en los perros, como un problema público bajo la consideración de que ellos son elementos indispensables en los programas y proyectos sobre terapia asistida y apoyo emocional para personas que también viven con diversas discapacidades o que están en tratamientos de salud mental, y, por tanto, son parte de una familia.

Mariel ha tenido la suficiente paciencia para entrenar a Lumiere que, aunque no escucha, hoy sabe que el puño de ella es señal de que se debe sentar; asimismo, que, si su mano se desliza casi tocando el piso, él se acuesta o se queda quieto.

El entrenamiento de este canino también implica la convivencia con niños, por eso visita las escuelas. Los niños conocen, al interactuar con Lumiere, cómo deben tratar a un animal con discapacidad.

“En la parte de inclusión todavía nos falta muchísimo, y lo vemos en cualquier supermercado, o en cualquier lugar donde vemos el señalamiento de que está una silla de ruedas o en la combi que hay un espacio para las personas mayores y no lo hacemos, entonces, creo que en la inclusión sí nos falta mucho a todos, hasta en ocasiones que vemos en la calle a una persona ciega no la ayudamos, tendemos a ignorar mucho sus situaciones en lugar de ser parte de ellos o ser empáticos”, apuntó.

Derechos para los animales

A favor de que los animales tengan derechos, se pronunció Mariel Urbina Escalante, estudiante del doctorado en Ciencias Biológicas de la Conducta de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), tras vivir la experiencia de entrenar a un perro con discapacidad.

“Es importante, sí, que tengan derechos al igual que nosotros porque ahí se ve incluida la responsabilidad que tenemos nosotros con la especie y la especie que tiene con nosotros porque nada más hemos estado, tal vez, manipulando a las razas sin que nos ayuden a tener ya la disposición con la que ellos vienen ya que esto ha desarrollado que ellos tengan algunos otros trastornos”, expuso.

Lumiere es un perro de una camada de cinco integrantes, todos nacieron con una discapacidad: son sordos. A pesar de que los propietarios intentaron venderlos, lo lograron con el primer ejemplar, pero lo compradores lo regresaron maltratado tras percatarse de que no escuchaba.

Por ello, Urbina Escalante impulsa su proyecto bajo la ideología de “hacer ciencia con conciencia” y fomentar, desde las escuelas y entre los niños, el conocimiento y convivencia de la discapacidad animal, así como la inclusión de las especies que la viven, como los perros.

“Tantos perros que vemos en la calle no nos da un indicador de que haya un trabajo como tal; en este caso, con los derechos de los animales”, puntualizó.

De acuerdo con la Asociación Mexicana por los Derechos de los Animales (Amedea), los animales tienen derechos porque están relacionados con el medio ambiente y la paz social, por lo que deben existir leyes para su protección, pero también políticas que garanticen que las especies no serán maltratadas ni sometidas a sufrimiento.

Es decir, las autoridades deben implementar políticas para la protección de los animales, su rescate, en caso de maltrato, y su resguardo porque, de no ser así, entonces no tiene caso una ley en la materia, sino que existen instituciones e inspectores que vigilen su cumplimiento o lo sancionen.

La organización considera que la protección de los derechos de los animales también redunda en la salud mental de los ciudadanos al no quedar expuestos a escenas de maltrato de las diversas especies, desde los cerdos que son trasladados en la caja de un tráiler, los toros que son sacrificados en un ruedo o los perros violentados.

Asimismo, apuesta por la corresponsabilidad social y educación de la ciudadanía para que deje de ver a las gallinas como fábricas de huevos o, a los perros como juguetes, y los acepte como seres vivientes que sienten y, en consecuencia, tienen derechos.

Lumiere, es un perro dálmata que tiene sordera bilateral; es decir, que no escucha con ninguno de sus oídos, discapacidad hereditaria que no tiene posibilidades de mejoría.

¿Lo sabías?

El 30 por ciento de los animales viven con una discapacidad

Ocho por ciento viven con discapacidad por razones genéticas

No debes levantar las manos frente a un perro con discapacidad.

Deja que el perro interactúe por sí solo con una persona hasta adquirir confianza suficiente.

Si porta un collar azul significa que está en entrenamiento.

Un collar blanco significa que tiene una discapacidad.

Un collar morado significa que no se le debe dar de comer.

Un collar rojo significa que es agresivo.

Un collar amarillo significa que es nervioso.

Las personas con discapacidad pueden ingresar con su perro guía a cualquier lugar público, incluidos los restaurantes. De acuerdo con el artículo 58 de La Ley Federal del Protección a los Derechos del Consumidor, no se puede negar el servicio ni cobrar cuotas extra por el perro guía.