Por: Ana Laura Vásquez
Tlaxcala.- Por el golpe directo de los rayos del sol, excesivos procesos de limpieza y porque retiraron los elementos de protección, las pinturas murales de la zona arqueológica de Cacaxtla han entrado en un proceso de deterioro que podría llevar a su pérdida, advirtió el arqueólogo Andrés Santana, investigador adscrito al Centro INAH-Tlaxcala.
“Lamentablemente, un arqueólogo me decía ‘bueno posiblemente va a suceder lo que en otros lugares’ el día de mañana, tal vez en mediano plazo, las pinturas de Cacaxtla se tendrán que retocar. Eso sería lamentabilísimo, a lo mejor no me toca verlo ya, a lo mejor ya me despedí de este mundo, pero sería muy lamentable porque el gran orgullo y la gran importancia que tenía Cacaxtla radicaba en la calidad de sus de sus pinturas y de su conservación”, expresó.
Dijo lo anterior, en el marco de las ponencias que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) organizó para conmemorar los 47 años del descubrimiento de las pinturas murales de Cacaxtla y de la declaración de 2022 como el año del muralismo por coincidir con el primer centenario de este género de la plástica.
Durante las reflexiones sobre la conservación de Cacaxtla, exhibió fotografías que para él evidencian el deterioro de los murales en el paso del tiempo, como consecuencias de los procesos directos e indirectos a los que han sido sometidos.
Por ejemplo, destacó que el Mural de la Batalla estaba protegido por la antigua techumbre que cubría al gran basamento y que se colapsó, parcialmente, en 2006 por una granizada; aunque la estructura era una protección incompleta, pero funcionaba.
El mural también estaba cubierto por acrílicos que evitaban que la tierra lo erosionara; aunado de la techumbre que lo protege de la lluvia, y había unas cortinas que se recorrían en determinados horarios para resguardarlo de la insolación.
“Así estaba, pero en una mala decisión se determinó que como ya estaba el techo grande se quitó todos esos elementos protectores. El Mural de la Batalla está cubierto con cortinas, pero están sobrepuestas sobre la pintura; o sea, eso la termina raspando por ponerlas de esa manera”, apuntó.
Derivado de ello, las tonalidades de los colores del mural son diferentes entre un año y otro, lo que revela su proceso de deterioro y pérdida. El daño mayor se ubica en el lado derecho donde los colores son de menor intensidad, mientras que del lado izquierdo tienen mayor iluminación.
“Lamentablemente, por una mala decisión que se tomó, la luz del sol al atardecer, podríamos decir a las de las seis de la tarde, quizá un poco antes, hasta que se oculta totalmente tras los volcanes, da directamente sobre la pintura; entonces, eso se va comiendo el color”
Santana comentó que, aunque algunas restauradoras le explicaron que le habían puesto un filtro protector aplicado sobre la pintura, eso, en su opinión, no funciona, sino que le perjudica más.
No es sólo una cuestión de creer, indicó, sino de mostrar la evidencia, motivo por el que, en su calidad de arqueólogo investigador, ha documentado, con fotografías, el daño al mural. En 1979 las tonalidades eran más vivas, para 2004 disminuyó su intensidad, perjuicio atribuible a la excesiva e innecesaria aplicación de procesos de limpieza, al grado de que después de que se limpiaron los recuadros, que fueron preservados como testigos, quedó impedida la evaluación de los deterioros y la eficacia de las soluciones aplicadas.
“La otra, son los excesivos procesos de limpieza. Durante varios años, prácticamente, cada dos años venían restauradores comisionados de México a limpiar la pintura; repetir ese procedimiento de limpieza una y otra y otra vez ha ido acabando con ella, yo lo que decía a algunos compañeros es que es preferible que esté sucia, pero que se conserve, a lo mejor no se ve tan brillante tan clara, pero que se conserve y no estarla limpiando y nos las estamos acabando”.
El arqueólogo subrayó que es tiempo de enmendar el daño para los murales porque, insistió, el gran orgullo y la gran importancia de Cacaxtla radica en la calidad de sus pinturas y de su conservación.
“O sea, la herencia que nos dejaron de hace cientos de años; nos heredaron aquellas personas unas pinturas perfectamente conservadas, ellos las enterraron con mucho cuidado, pues había un polvo muy fino de tepetate que ponían sobre las pinturas, precisamente, para no dañarlas porque son imágenes sagradas para ellos, y hoy, nosotros, en menos de 40, en menos de 50 años no las hemos acabado. Lo que tenía cientos de años bien preservado, entonces esto es una de las cosas que debemos de cuidar y de enmendar”.